23 de septiembre «Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas»

23 de septiembre «Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas»

 

Hoy, 23 de septiembre, se conmemora un nuevo “Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas”, en un año tematizado por la pandemia mundial del COVID 19, que nos obliga, entre otras cosas, a repensar la manera en que garantizamos y protegemos los derechos de niñas, niños y adolescentes.

En el marco de esta conmemoración, el Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (IIN-OEA), a través de su Programa de Cooperación Interamericano para la Prevención y Erradicación de la Explotación Sexual, Tráfico y Trata de Niñas, Niños y Adolescentes, contribuye a la reflexión sobre esta temática, compartiendo algunas recomendaciones para prevenirla y enfrentarla, considerando la incidencia que el “contexto COVID-19” tuvo, tiene y tendrá en ella.

Se estima que el “contexto COVID-19” tiene incidencia en al menos 3 aristas del fenómeno de la explotación sexual: las modalidades que asume, los escenarios en los que se produce y la intervención del Sistema de Protección, en términos de prevención, detección, atención a víctimas y persecución del delito. A su vez, se prevé que pueda producirse un incremento de situaciones, debido a la condición de alta vulnerabilidad en la que quedan muchas niñas, niños y adolescentes y la existencia de explotadores que utilizarán esta vulnerabilidad a su favor.

El carácter de “emergencia sanitaria” obligó a tomar medidas con el mismo carácter de urgencia. Sin embargo, transcurridos ya algunos meses, es necesario evaluar estas decisiones y repensarlas con base en lo que esta “nueva realidad” impone.

En este sentido, se plantean algunas recomendaciones:

  • Consolidar y promover, en todos los espacios, la Perspectiva de la Protección Integral y la concepción de niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos. Campañas públicas de sensibilización, incorporación del tema en las curriculas educativas, incorporación del tema en las inducciones de los trabajadores de instituciones que hacen parte del sistema de protección, son algunas herramientas para ello.
  • Fortalecer los Sistemas Integrales de Promoción y Protección de derechos de niños, niñas y adolescentes. La ausencia o debilidad de los sistemas de protección es una de las motivaciones de los explotadores para cometer el delito. Considerando que, en este contexto, los Estados deben decidir y priorizar las medidas que toman y en qué destinan sus recursos limitados, se requiere de una decisión firme para fortalecer los Sistemas, de modo que puedan abordar las causas que ubican a niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad, garantizar procesos de restitución de derechos para las niñas, niños y adolescentes víctimas y procurar la persecución y condena de los explotadores. A largo plazo, y con base en la perspectiva de la Protección Integral, la garantía del ejercicio de derechos es la primera medida para la prevención de diversas situaciones de vulneración.
  • Promover una cultura de cero tolerancia a la explotación sexual. La vulnerabilidad económica de muchos niños, niñas, adolescentes y familias, que este contexto ha generado o profundizado, es un factor que puede contribuir a que se toleren prácticas asociadas a la explotación, en tanto se perciben como medio para la satisfacción de necesidades básicas o para obtener ingresos para sí mismo o para el núcleo familiar, desconociendo su impacto en las víctimas. En este contexto, se profundiza la tolerancia social (de parte de víctimas, familias, comunidades) en la que suele sostenerse este delito. Por lo tanto, se vuelve necesario generar mayor conciencia sobre la naturaleza del fenómeno, sus manifestaciones y consecuencias (a través de campañas públicas de sensibilización, por ejemplo), construyendo una cultura de “cero tolerancia”. Dada la alta vulnerabilidad de víctimas y familias, romper el silencio del entorno social testigo, convirtiéndolo -por el contrario- en un agente de prevención y protección, resulta crucial.
  • Promover un uso seguro y responsable de Internet. En los últimos meses, Internet se ha convertido en un medio para el ejercicio de múltiples derechos. Junto con ello, se ha registrado un incremento de los riesgos asociados a su uso; particularmente, en lo relativo a la explotación a través de la pornografía y otras formas de abuso sexual en línea que pueden derivar en situaciones de explotación, tales como el grooming y el sextortion. Si la “nueva realidad” conserva la utilización prioritaria de esta herramienta, debe acompañarse, entonces, de acciones que garanticen y promuevan un uso seguro. Esto implica, entre otras: garantizar acceso universal, ofrecer educación digital y sensibilizar sobre los riesgos, tanto a niñas, niños y adolescentes como a adultos referentes, formar y dotar de las herramientas necesarias a las instituciones del sistema de protección para cumplir su rol de garantes también en este ámbito.
  • Generar nuevos espacios o canales de reporte de situaciones de ESNNA. Debido a las medidas de confinamiento y distanciamiento social implementadas para contrarrestar la propagación del virus, se vio limitado el vínculo de niñas, niños y adolescentes con espacios que resultan claves para la detección de las situaciones de ESNNA (y otras formas de vulneración de derechos): los centros educativos, centros de salud, servicios sociales. Visualizado y valorado este rol, más allá de su función principal, deberían reverse estas condiciones de acceso y/o, si se mantienen las medidas, ofrecer otros medios y canales que eviten el aislamiento y permitan la detección o reporte de este tipo de situaciones.

Reconociendo los esfuerzos realizados, invitamos a los Estados, sociedad civil, sector privado, familia y comunidad, a sistematizar sus decisiones y prácticas (como forma de construir y compartir conocimientos), evaluarlas y ajustarlas para ser cada vez más eficientes en la garantía de los derechos de niñas, niños y adolescentes.