Los derechos de la niñez y la adolescencia ante un nuevo 1° de Mayo
Los derechos de la niñez y la adolescencia ante un nuevo 1° de mayo
El 1° de mayo de 1886 en la ciudad de Chicago comenzó una huelga en reclamo de la jornada de 8 horas que terminó con la ejecución de un grupo de sindicalistas, conocidos desde entonces como los Mártires de Chicago. En conmemoración de estos hechos desde 1889 el 1° de mayo se celebra en todo el mundo el Día Internacional de los Trabajadores. Es un día de reflexión y de reivindicación. Un momento de rememoración histórica que toma sentidos particulares en función de las preocupaciones y propuestas que cada año y en cada momento histórico moviliza a los y las trabajadoras.
Sin duda, las celebraciones de este 1° de mayo de 2020 estarán marcadas por el contexto de la pandemia. No solo en las formas de celebrar condicionadas por el aislamiento y confinamiento que impiden o limitan las tradicionales concentraciones y manifestaciones públicas, sino y fundamentalmente por las reivindicaciones y propuestas que los y las trabajadoras realizan en el contexto de una crisis mundial sin precedentes.
El Instituto Interamericano del Niño, Niña y Adolescentes (IIN) es un organismo especializado en infancia y adolescencia y, como muchas veces hemos dicho “el trabajo es cosa de grandes”. Cabe entonces preguntarnos ¿cuál es el sentido que el Día de los Trabajadores tiene desde la mirada de la niñez y sus derechos?
Los niños, niñas y adolescentes son parte de las sociedades en las que viven, y sus condiciones de vida y el acceso a sus derechos están directamente afectados por las situaciones económicas y políticas que atraviesa en conjunto la sociedad.
América es el continente más desigual del planeta. El COVID19, más allá de sus efectos médico-sanitarios, ha dejado al descubierto la precariedad de los sistemas de protección y de las condiciones laborales de un importante porcentaje de la población económicamente productiva.
El conjunto de la sociedad vive una situación crítica. La pandemia aparece como la amenaza más visible pero junto con esta, en el seno de las familias trabajadoras, especialmente las más vulnerables, emerge una realista preocupación por la continuidad del trabajo en todas las ramas de actividad. Los confinamientos y cuarentenas sumergen en la mayor pobreza a aquellas familias que subsisten con base en trabajos informales, para los cuales no existen seguros ni reconocimiento de sus derechos laborales. Se trata de familias que viven al día sin reservas y sin posibilidades de retroceso en sus ínfimos niveles de consumo.
La crisis trae mayor precariedad laboral y pérdida de capacidad de negociación por parte de los trabajadores. Esto compromete las capacidades de cuidado y crianza. El trabajo digno y legalmente regulado fortalece las posibilidades de ejercer en forma adecuada los roles adultos, entre ellos los referidos a la protección, supervisión y orientación de los niños y niñas. Cuando no están asegurados los niveles mínimos para una vida digna, los adultos, padres, madres u otros que sirven de referencia no tienen disponibilidad para la atención de niños y niñas, para el diálogo, para compartir y jugar con ellos. Esto lleva a la ausencia de acompañamiento adulto, a la soledad y a la desprotección.
En el Día de los Trabajadores no podemos desconocer a los más de 15 millones de niños y niñas trabajadores que existen en América Latina, la mitad de ellos tienen entre 6 y 14 años de edad. Se trata de niños menores de 12 años que trabajan en cualquier actividad económica, así como adolescentes de 12 a 17 años y trabajan en actividades peligrosas, ya sea por su naturaleza o por las condiciones en que se desempeña. A esto debemos sumar a los niños y las niñas sometidos a las peores formas de trabajo infantil tales como la esclavitud, el reclutamiento forzado, la prostitución, la trata, la venta de drogas, la obligación de realizar actividades ilegales o la exposición a cualquier tipo de peligros.
Las organizaciones que promueven y protegen los derechos de la niñez tienen cierto acuerdo en la necesidad de erradicar el trabajo infantil. Sin embargo, en las Américas, existen razones estructurales que hacen que el trabajo infantil sea una necesidad para muchas familias que viven en la pobreza extrema, en especial aquellos hogares monoparentales liderados por mujeres.
Detrás de cada niño trabajador existe una familia pauperizada, que subsiste con base en tareas informales y que requiere del aporte de los niños y niñas para su sobrevivencia. La crisis y la precarización laboral aumentaran el número de familias en estas condiciones lo que a su vez incrementara el contingente de niños y niñas que desde edades muy tempranas deben procurar su sustento y aportar al de sus familias.
Ante esta situación determinada estructuralmente, pero incrementada por la crisis, los niños trabajadores cuentan con organizaciones que se movilizan por la mejora de sus condiciones laborales y por la defensa de su dignidad. En ese sentido, los niños y niñas trabajadoras han reclamado a los Estados y las organizaciones internacionales: “que se interprete el artículo 32 de la CDN, que dice que todo niño, niña y adolescente debe ser protegido contra toda forma de explotación laboral y económica, reconociendo que el niño puede trabajar en un espacio protegido” (Declaración de Cartagena 2019).
Desde el IIN-OEA destacamos este 1° de mayo como una oportunidad para visibilizar la situación de los niños trabajadores y las familias que ante la crisis ven amenazadas sus condiciones de vida, su dignidad y sus derechos y escuchar sus propuestas.